El caso Luis Santiago: El crimen que puso a Colombia a debatir sobre la cadena perpetua (primera parte)

La noche del 24 de septiembre de 2008 sucedió un hecho que se convirtió en un antes y un después en la búsqueda de un mecanismo que para enfrentar uno de los fenómenos más terribles que infortunadamente hemos vivido como sociedad: la violencia contra nuestros menores de edad.

El escenario: la vereda Tìquisa, en Chía a escasos 15 kilómetros de Bogotá por la Autopista Norte.

Esa noche un bebé de apenas 11 meses fue arrebatado de su casa.

Ivonne Lozano, la madre del menor nos narra los hechos que rodearon en caso de Luis Santiago, quien se convirtió en un símbolo y puso al país a debatir sobre la conveniencia de establecer la cadena perpetua para abusadores y asesinos de niños, niñas y adolescentes.

IVONNE LOZANO: “Santiago para mi fue esa luz de esperanza, y creo que como esa pruebita real de que el amor existe, ese amor puro, ese amor bello, ese amor sin condición, esa mirada de ternura que tenía mi angelito, esa sonrisa bella aunque él por lo general era como muy serio, pero esa expresividad conmigo esa ternura, ese modo tan bello de ser que yo creo que nunca olvidaré su mirada de ternura, de belleza.

En el momento de enterarme de mi embarazo si fue una sorpresa pero igualmente me puse muy feliz, soñaba con tener un niño porque ya tenía a mi Carito. Con toda la ilusión empecé a comprarle sus cositas a preparar su llegada, como cualquier madre lo hubiese hecho.

Todo el tiempo yo, comprándole sus cositas, cualquier cosa bonita que veía yo la iba comprando. Estuvo a lado una amiga muy allegada que se llama Karen Amaya, ella fue el personaje que llenó ese vacío porque en mi embarazo todo el tiempo su padre estuvo ausente. Tuvimos muchos inconvenientes porque pues, creo que la palabra madurez a ese señor (Orlando Pelayo, papá del bebé) no le tocó.

Ya después de que nació el niño fue que volvió a aparecer y que quiso conocer el niño, que quería conocerlo, y que tenía derecho a conocerlo.

El día que nació mi hermoso hijo, creo que fue lo más bello que a uno como mujer le puede pasar en la vida. Ver ese ser tan hermoso, tan tierno, tan indefenso, tan bello, que la vida me había regalado. Es la emoción de cualquier mujer, de cualquier madre y eso fue para mi Santiago, 11 meses compartido. Nos faltó mucho tiempo para compartir tantas cosas que quería compartir con él, pero lamentablemente la vida no me dejó compartir lo que yo quería. Es muy triste tener que decirlo pero nos falto vida para compartir tantas cosas maravillosas que tenía para compartir con él.

JAVIER CONTRERAS: ¿Pero cómo comenzó todo, qué sucedió ese miércoles 24 de septiembre?

IVONNE LOZANO: Bueno, la noche del 24 de setiembre, yo creo que fue la peor noche que haya pasado en mi vida y que, de hecho, que fue la que marcó el principio de muchos dolores y de muchas luchas.

Ese 24 de septiembre llegamos a la casa a las 7 de la noche aproximadamente. Estaba yo trabajando, el niño estaba en la casa de mi mamá. Mi mamá si muchas veces me reiteró que por favor no me fuera, que me quedara, que para qué me iba, pero pues yo le dije que al otro día tenia que madrugar. Me decía que preciso, que por eso, que por qué no me quedaba.

Yo no le hice caso, llegó este señor (Orlando Pelayo, papá de Luis Santiago), fue y nos dejo en la casa, se fue con el argumento de que tenia una carrera con una de las personas que trabaja en ese entonces en la emisora de Chía, en Luna Estéreo. Bueno, yo no le seguí rogando, se fue.

Le doy la comida a mi hijo, lo acuesto a dormir, estábamos viendo “Aquí no hay quien viva”, ya me estaba cogiendo el sueño a mí, cuando siento que interrumpen en la puerta de ingreso de la casa como tal.

Era una casa, una finca. Esto tenia unos cerrojos por dentro que eran los que se les echaban cuando ya estábamos todas las tres personas que vivíamos, que eran mi tía (hermana por arte de papá), yo y Santiago.

Por lo general mi tía, la señora que le menciono anteriormente, se iba para Chía, entonces pues yo no echaba los cerrojos porque o si no ella se quedaba por fuera. Entonces, pues, la puerta quedaba literalmente entreabierta para que ella pudiera ingresar. Lo normal de una casa de campo que no tiene chapas ni tiene seguros, ni tiene nada esas cosas como de pronto otras. Era una casa muy antigua de campo pues que no tenía ese tipo de seguridades.

JAVIER CONTRERAS: Como todas las noches Ivonne se dispuso a descansar después de esa larga, descanso que se vio interrumpido.

IVONNE LOZANO: Se siente que abre la puerta forzadamente, to sencillamente pensé que era mi tía, sigo durmiendo, cuando yo siento la presencia de alguien parado enfrente a mi puerta y abro los ojos y era una persona con ropas oscuras y un pasamontaña.

Inmediatamente entra este tipo, me empieza a golpear, empieza a forcejear, yo lo golpeo, le quito el pasamontaña, le rasguño la cara, le veo el rostro, seguimos forcejeando. Yo intento gritar, solamente oigo el llanto de mi hijo. Este tipo dice “esta….” No utilizo la palabra “me vio la cara”.

Inmediatamente entra otra persona igualmente vestida con ropas oscuras, pasamontaña y empiezan a forcejar los dos conmigo, me preguntan por un dinero, que no se que dinero me están preguntando, porque yo en ese momento lo único que tenía eran 5.000 pesos porque ya estábamos prácticamente a finales de mes y pues literal, yo creo que a todas las mamas que nos toca lidiar con un hijo solas, sabemos que un sueldo nos alcanza simplemente para mantenerlos el mes. Ese día inclusive le había pedido prestados 5.000 pesos a mi señora madre, los cuales ella me los había prestado y no, pues yo no sabía de qué dinero me estaban hablando.

Ya de tanto forcejeo, de tanta cosa, entran a amenazarme y me dicen que si yo no me dejo someter el que va a correr las consecuencias es mi hijo, que van hacerle daño a mi hijo. ¿Yo que hago?, sencillo, me dejo someter, me dejo golpear, me amarran de pies y manos, me atan con un cable de cargador de celular al borde de la cama, me aprietan, me hacen nudillos entre los dedos, me amarran super bien, el tipo de manoseó, bueno abusó totalmente de mi, me pone una almohada en la cabeza. Yo me quedo absolutamente quieta, yo creo que este tipo piensa que yo estoy muerta y literal, se va.

JAVIER CONTRERAS: Amarrada y en silencio espera un tiempo tratando de confirmar que las personas que entraron a la casa-finca ya no estaban o si intentaron regresar.

IVONNE LOZANO: Ya pasado determinado tiempo yo no escucho absolutamente nada, yo no escucho ni el llanto de mi hijo, ya empiezo a intentarme soltar, ahí es cuando me doy cuenta que estoy amarrada con el cable del celular y Dios es tan grande que el borde de la cama era metálico, era una cama que era de mi abuelo de hace muchísimos años y eso es lo que me logra salvar porque logro romper el cable del celular, con el cuerpo muevo la cama, salgo así a la sala como estaba, amarrada de pies y manos, veo que mi hijo no estaba ahí, me genera tal angustia, imagínese, yo con una sabana al cuello ya casi literal ahogada, no ver a mi hijo eso fue ese lo que, yo pienso, fue el rol de supervivencia, de subsistencia de uno como madre, el desespero de no ver a mi hijo fue lo que me mantuvo con vida mientras que pude salir a intentar pedir ayuda, porque para mi era mas importante mi hijo inclusive que mi misma vida, no me importaba mi vida, me importaba era mi hijo.

Salgo a la sala, me doy cuenta que (la sala tiene unas aldabas, unas argollitas por afuera de la puerta) habían puesto un candado por fuera de la puerta, que supongo que era el candado con el que normalmente se cerraba cuando mi tía iba a salir o cuando iba a hacer sus vueltas. Yo la verdad, del desespero veo que no puedo salir por ningún lado. Recuerdo que hay otra puerta hacia el costado derecho de la sala que era un cuarto de trebejos, pero había un sofá, me tocó mover ese sofá con el cuerpo como pude. No sé yo ahorita me pongo a pensar y no sé ni como hice, porque amarrada de pes y manos, con una sabana al cuello, es una cosa literal difícil, intentando ya prácticamente sobrevivir por inercia porque ya hasta el aire me estaba faltando. Se puede decir que no sé, no sé como hice, moví ese sofá y gracias a Dios, la puerta del cuarto de trebejos estaba sin candados y por ahí pude salir.

Salgo a pasillo de la casa y ahí ya puedo salir al pasillo de la casa y ahí ya puedo salir al pasillo que da a la calle. Ahí me tocó tumbar un poco de vainas que obstaculizaban las salidas. Salgo a la calle, me ve un vecino, yo intento gritar. Viene el niño del vecino, se da cuenta en la situación en la que estoy y los mismos niños son los que salen a pedir la ayuda a los papás y a la familia, ahí es donde empiezan ya a intervenir los vecinos, llaman a la policía le cuentan la situación y le dicen que secuestraron a mi hijo.

JAVIER CONTRERAS: Tras se ayudada por sus vecinos informan a las autoridades sobre la desaparición del bebé, de Luis Santiago.

IVONNE LOZANO: Ahí entonces ellos empiezan a pedir los datos, ellos les dicen que por favor que se acerquen porque ellos saben que yo tengo un bebé de escasos eses de nacido, pero ellos no saben cómo estaba vestido, ellos no saben absolutamente nada, ellos en ese momento estaban es consternados de verme como yo estaba, me quitan la sabana que tenia en el cuello, me lograr quitar parte de las cintas. Realmente no todas porque había muchas que estaban totalmente pegadas a mi rostro.

Llega la Policía, me lleva para la clínica y empieza ya la lucha de la búsqueda de Luis Santiago, llega el Gaula, me toma declaración del secuestro de mi hijo, la Fiscalía , la Policía , al otro día por la mañana me dicen que me acerca a la Fiscalía a formalizar la denuncia como tal de secuestro de mi hijo. Toda esa noche la pasé en la clínica, vuelta nada, llorando, pensando cómo iba a estar mi hijo con semejantes, atarvanes, semejantes verdugos.

Al otro día llega la doctora y me dice que tiene que dejar hospitalizada, que yo estoy muy golpeada, yo lo único que tiendo a hacer es arrodillármele, a llorarle, a suplicarle que no me deje, que me entienda como madre, que ella también debe serlo, que mi hijo está corriendo peligro y que yo necesito ir a buscarlo. Yo creo que ella se conmovió con lo que yo le dijo y me dejó salir, me dijo que cualquier cosa que volviera a la clínica, que ella me veía muy golpeada y ella me veía muy afectada, pero pues, literal, yo creo que lo hizo como por compasión de dejarme salir, de dejarme ir a buscar a mi hijo.

Empiezan los infernales siete días porque fueron los peores días de mi vida, el peor karma que le puede pasar a uno como mamá, como mujer y como ser humano, vivir el secuestro de su hijo. El secuestro de su hijo para mí como mujer, como mamá y como ser humano es el peor infierno que tú puedes vivir.

Siete días buscándolo en las calles, eso si con el acompañamiento y compañía de muchísimas personas que me tendieron la mano que salieron a hacer manifestaciones para pedirle a los verdugos que por favor nos devolvieran al niño, que pusieran la mano en el considere y en el corazón que era un bebé de escasos 11 meses recién cumplidos, para que nos devolviera a Luis Santiago pero sin saber siquiera que el verdugo estaba en medio de nosotros suplicándole.

Mañana (Segunda parte)

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