El caso Luis Santiago: El crimen que puso a Colombia a debatir sobre la cadena perpetua (segunda parte)

La noche del 24 de septiembre de 2008 sucedió un hecho que se convirtió en un antes y un después en la búsqueda de un mecanismo que para enfrentar uno de los fenómenos más terribles que infortunadamente hemos vivido como sociedad: la violencia contra nuestros menores de edad.

El escenario: la vereda Tìquisa, en Chía a escasos 15 kilómetros de Bogotá por la Autopista Norte.

Esa noche un bebé de apenas 11 meses fue arrebatado de su casa.

En la segunda parte de esta historia, Ivonne Lozano, la madre del menor nos narra lo sucedido durante la búsqueda de Luis Santiago y la sorpresa de conocer quién lo mandó matar.

JAVIER CONTRERAS: La primera parte terminó con el momento en el que e realizó un plantón pidiendo la liberación de Luis Santiago y allí estaba presente, exigiendo, que el niño fuera devuelto a su casa, el responsable de este hecho, Orlando Pelayo, el padre de Luis Santiago.

IVONNE LOZANO: Ese viernes por la noche hubo una protesta con velitas frente a la casa donde fue el secuestro de mi hijo. En ese momento, a él ya lo tenían por sospechoso, le pidieron que se acercara a la Sijín al día siguiente, cosa que no hizo sino lo que iba a hacer era escaparse.

Este señor desaparece el día sábado, no vuelve a aparecer. Yo muchas veces llamé al teléfono de ese señor, el teléfono apagado. Llamaba a las hijas, las hijas no sabían absolutamente nada. Todo era confuso, todo era tan confuso que yo la verdad me sentía súper mal. Yo en ese momento no pensaba en absolutamente nada más sino en mi hijo.

El día domingo por la mañana dan la noticia de que efectivamente, él tiene que ver con el secuestro del niño. Se efectúa la audiencia de legalización de captura de Martha Lucía y de Orlando Valle, los cuales pasan ya a poder de la justicia, aceptaron cargos por el secuestro de Santiago y nada, pues seguimos en las mismas, esperando que este verdugo confiese donde tiene mi hijo. Ya también a él lo tenía la Sijín, ya le estaban haciendo interrogatorios, ya se sabe que él también es responsable.

Realmente pues yo nunca pensé este desencadene tan terrible. Yo guardaba la esperanza que si era el papá, lo tuviera bien y me lo entregaran con vida. Lo único que yo pensaba era que en el momento que volviera mi hijo yo tenía que desaparecerme de Chía, yo no podía seguir en Chía porque ya integridad de mi hijo se había visto afectada.

JAVIER CONTRERAS: Y a medida que pasaban los días la angustia fue mayor, no sólo porque se desconocía su paradero, sino por las diferentes versiones sobre lo que le pudo haber sucedido.

IVONNE: Ese domingo, por la noche sale un medio de noticias diciendo que el niño posiblemente había sido ultrajado, que el niño había sido asesinado y que su cuerpo lo habían botado en el cerro de Chía.

Entro en total shock, me empiezo a golpear, a agredir, me llevan para la Clínica Chía. Allí llega pues la doctora Olga del CTI muy querida, muy hermosa ella, yo todavía aún con mucho cariño. Fueron personas que me prestaron mucha ayuda en su momento. Fueron personas que, para mí, lo dieron todo con el caso de Luis Santiago.

Me dice que por favor no me deje llevar de noticias, sino simplemente y sencillamente le pida a Dios que el niño aparezca con bien, que ellos tienen la esperanza de que el niño aparezca con bien, que le ruegue mucho a Dios, que yo no me puedo dejar desfallecer porque yo soy el único sostén y soporte para que mi hijo esté bien.

Bueno, yo me calmo, ese día por la noche me vuelve y me llevan para la casa. Hay otra información que me llega y me dicen que en las horas de la madrugada va a llegar el niño, que el niño estaba bien, pues imagínese la emoción, yo siete días sin comer porque a mí, sinceramente, ni la comida yo recibía porque no era vida, no era vida.

Ese domingo, por la noche, sale que en horas de la madrugada va a llegar mi hijo, que él va a volver, que él está bien. La ilusión y la emoción fueron tales que yo fui y compré un peluche, compré unas bombas con mis hermanas, dijimos que le íbamos a hacer un recibimiento por lo grande. Yo la sincera verdad, yo tenía tanta emoción de ese reencuentro, tanta fue mi esperanza, mi ilusión con ese reencuentro, que yo no me cambiaba por nadie. En ese momento, yo lo único que pensaba era en encontrarme con mi hijo y en sacarlo de Chía porque pues el peligro estaba ahí latente, no.

Ese domingo, llegamos con el peluche, con las bombas, con la emoción del reencuentro. Llegué y tenía tanta hambre, pero yo no sé si era el hambre o la ansiedad y la emoción de pesar que mi hijo iba a aparecer, que me comí una libra de carne y un litro de gasolina. Se imagina, una libra de carne asada y un litro de gaseosa, no sé como no me indigesté. No sé, pero la impresión de que mi hijo iba a aparecer, la emoción me hizo comer.

JAVIER CONTRERAS: Pero todo comenzó a cambiar, la ilusión se transforma nuevamente en incertidumbre.

IVONNE: Pasó ese domingo. Ya amaneció. El lunes por la mañana recuerdo que mi hermana prendió las noticias. Ahí mismo es cuando ella entra como en schock y en esos nervios y empieza a llorar y dice que quiere que todo mundo se vaya, que nos dejen en paz, que no quiere ver a nadie. Yo entro como en nervios y le digo que qué está pasando, ella me dice que nada. Le digo pero qué pasó por qué te pones así. “No no no no, yo quiero es que todo mundo se largue, ahora que, es que ahora uno tiene que llevar del bulto con todo esto”. Yo le dije mire “yo estoy cansada de que este problema y de que no me digan nada de mi hijo, pues yo sola me voy a buscar sola a mi hijo”.

Me metí a bañar, a mi hermana le entró la tristeza y el cargo de conciencia y como el miedo de que yo saliera a la calle porque ella ya sabía con la noticia que yo me iba a estrellar. Entonces me dice que no, que tranquila que la perdone, que por favor que es espere, que el coronel ya viene y que nos va a llevar, que no me adelante a nada. Le dije “yo ya estoy cansada, yo no puedo seguir así, yo no puedo seguir sin saber qué pasó con mi hijo y dónde está mi hijo, porque yo no puedo seguir así”.

Total es que me baño y cuando yo iba a salir, mi hermana me pidió disculpas, me dijo que esperaramos al Coronel que ella me iba a acompañar, que esperara a que ella se bañara. Ella se baña, se arregla, llega el coronel y nos lleva para la estación de Policía. Allí es donde me dan la noticia, que nunca quise escuchar, llega la directora de Bienestar Familiar, que en ese tiempo era la señora Elvira, llega la psicóloga de Fondelibertad, con la directora y recuerdo que llegó un padre, pero el nombre no lo recuerdo.

Me dicen que me tienen que dar una noticia. Yo sencillamente pues… les digo que cuál es la noticia, me dicen que mi hijo ya apareció. Les digo: “yo quiero ir a ver a mi hijo, yo quiero irme ya a ver a mi hijo, yo quiero ver a mi hijo, yo quiero ir a ver a mi hijo”. Me dicen “lamentablemente tu hijo apareció muerto”.

Yo en ese momento pierdo absolutamente el control de todo. Entro en shock. Me pongo a llorar, a gritar a golpearme, me desmayo. Ya cuando entro en razón, ya estoy en la clínica y pues, empieza ese dolor, como el asumir la partida de mi hijo que no ha sido tan fácil, créeme Javier, eso ha partido el alma en mil pedazos muchas veces y yo creo que ese dolor no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Yo creo que a uno cuando le quitan un hijo, le quitan media vida.

No sé cómo expresar el dolor tan terrible cuando me dan semejante noticia. Yo creo que ahí la vida se me acabó. Yo lo único que quería era morirme. No sé como explicar tanto dolor, cómo resumir tanto dolor. No hay palabras para el dolor que siente una madre con la partida de su hijo, con una partida que nunca él no pidió. Eso fue muy terrible, Javier, muy terrible y sigue siéndolo no creas que no.

JAVIER CONTRERAS: Y como a veces sucede en la vida, las ironías o contrastes aparecieron en esta historia. Mientras Luis Santiago era sepultado, a su padre, el responsable de su muerte, se le adelantaba, simultáneamente la audiencia de legalización de captura.

IVONNE LOZANO: Llega el día del entierro de Santi, que eso fue conmoción a nivel nacional. Llegó tanta gente linda. Siempre he dicho que los colombianos somos gente buena, los buenos somos más, siempre lo he dicho. Muchas, eso fue mejor dicho, impresionante. El parque se llenó, se llenó los alrededores del parque, los alrededores del cementerio, a despedir a Santiago, a decirle adiós a un ángel que nunca se quiso ir, a mi ángel hermoso que por un ser malvado, por un ser malo, por el ser que debió haberle protegido la vida pero que era un ser ruin y miserable, y lo que hizo fue lo contrario, tuvo que irse, llegaron a darle la despedida.

Ese mismo día, casualmente, era la audiencia de legalización de captura de su vil y ruin verdugo, de su supuesto papá, porque papá no es esa porquería. Me perdona, se lo digo así porque me da mucha ira recordarlo sencillamente porque no tengo palabras para describir una porquería como lo que es ese tipo.

Llega el momento de la audiencia y pues, literal, se cruzó con el horario del entierro de Santi y mucha gente se ofendió y se fue a querer arrebatarle a la justicia esta porquería para hacer justicia a manos propias. Yo creo que ese el sueño de muchos y de todos, hacer justicia a manos propias con las basuras que atentan contra nuestros niños.

Ese día, mi papá muy lindo, muy hermoso y muy dentro de su dolor fue y calmó la a gente que estaba enfurecida. Se llevan a esta basura con la tanqueta del Esmad y empiezan ya como tal las audiencias de legalización.

JAVIER CONTRERAS: Un poco más de tres meses después de su captura, la Juez Única Penal del Circuito Zipaquirá, Teresita Barrera Madera, profiere la condena contra Pelayo y sus cómplices.

IVONNE LOZANO: La audiencia de condena, recuerdo que eso fue un 30 o 31 de diciembre estaba el país con la noticia de que se le habían dado 60 años de prisión a Orlando Pelayo Rincón por el homicidio agravado, por el secuestro agravado de Luis Santiago y ya, entre comillas, se había hecho justicia. Yo le cuento que para las familias de las víctimas nunca va a haber una justicia real porque la vida de nuestro ser querido, la vida de ese ángel hermoso, la ilusión que teníamos con este ángel hermoso, con mi vida porque ese ser hermoso que era Santiago era mi vida completa, nunca más va a volver.

60 años de prisión, si a eso le suma, que le rebajan porque hubo un error con la tasación de pena con la juez queda 58 años de prisión y no sé cuántas rebajas le irán a hacer, porque pues hasta el sol de hoy para mi ese señor se murió, para mi ese señor no existe.

Santiago existe en mi corazón y en mis recuerdos, pero ese señor para mí desde el momento en que se metió con lo mas amado en mi vida, se murió. No sé cuantas rebajas le irán a hacer, porque este país es el país de las rebajas. El país de te portas bien y te rebajo la mitad, el país de te vuelves cura y entonces te rebajo la otra mitad y a los 20 o 10 años sales libre porque te portaste bien, porque estudiaste, porque trabajaste y a ¿qué salen? a seguir haciendo exactamente lo mismo.

Decirle a los verdugos de nuestros niños que ni con la vida pagan con el dolor y el daño que le hicieron a nuestros angelitos. 15 años de dolor, el dolor de madre jamás se va a pasar. Así pasen 50 años de la muerte de tu hijo, jamás a va pasar el dolor de la muerte de tu hijo. Este dolor, lo voy a llevar hasta el día que me muera y eso no lo cambia nada.

JAVIER CONTRERAS: Además de la condena a Orlando Pelayo a 60 años de prisión por el secuestro y asesinato de su hijo, la juez condenó a sus cómplices Jorge Orlando Ovalle y Martha Lucía Garzón, excompañera sentimental de Pelayo, a 27 años de prisión, cada uno, por el secuestro agravado de Luis Santiago.

El pasado 22 de abril, el Inpec confirmó la muerte de Orlando Pelayo, tras permanecer en la cárcel Tramacúa, de Valledupar, por el secuestro y asesinato de su propio hijo. Estaba recluido en el pabellón de alta seguridad de la cárcel, el cual también es compartido con presos como Rafael Uribe Noguera, Luis Alfredo Garavito y Javier Velasco, el asesino de Rosa Elvira Cely, todos ellos condenados por delitos sexuales y homicidio.

Sin embargo, se encontraba en la Unidad de Cuidados Intensivos, del  hospital Rosario Pumarejo López, desde el pasado 10 abril por problemas de salud.

«La verdad me deja sin palabras porque es un sentimiento de frustración, de rabia y tristeza, porque se fue con la verdad en la boca, o sea, él nunca quiso decir la verdad», dijo Ivonne Lozano al conocer el hecho.

Y añadió, «que Dios lo juzgue. Yo lo único que puedo decir, es que lo siento por la familia porque pues igual familia es familia y por más malo que haya sido el tipo, es un dolor para la familia».

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