No es una cosa diferente que una práctica monstruosa que si no se frena a tiempo nos traerá grandes dolores de cabeza y de paso el reencontrarnos muy pronto por un mundo plagado de zombies y de personas que poco se van pudriendo en vida, hasta caer muertos en cualquier calle y a la suerte de aves carroñeras y ratones de basurero que tanto abundan.
Leyendo algunos informes nacionales y de otros países, se está popularizando entre los jóvenes y los adultos viciosos una sustancia llamada TRANQ.
Pues nada más que el Fentanilo, una droga que se está combatiendo por todos los medios en centros educativos y alguno sitios de diversión, mezclado con otro producto.
De manera que esta pastilla, está siendo fabricada y mezclada con un ingrediente muy peligroso, como lo es un medicamento veterinario conocido como XILAZINA, que al mezclarlas se convierten en una pócima mortal.
El tal TRANQ que amenaza a toda la humanidad, especialmente a la juventud, se está introduciendo muy rápido a todos los países del orbe.
Dios no permita que llegue a nuestra sociedad y a nuestras familias el tal TRANQ.
Este es, guardadas las proporciones, un campanazo de alerta no solo para el gobierno de Colombia sino para la policía y para la sociedad en general.

Lo peor, al decir de algunas publicaciones, es que una vez consumido este producto, no hay reversa y se va indefectiblemente a la muerte. Una muerte desastrosa cuando su efecto comienza a podrir internamente al ser humano.
Se me ocurre a nivel de iniciativa, que en los hospitales cuando hacen la toma de muestras de sangre, así como examinan las grasas, azúcares y próstata, se le sume la detección de la fatal droga.
Una persona que consume TRANQ se le identifica rápidamente. Cuando camina sus pasos son vacilantes y su voz temblorosa y lenta. En los blancos el color de la piel es verdoso, su mirada perdida y un olor a carne podrida que se advierte a pocos metros.
Su vida una vez consumida la letal pócima ya no es muy larga, actúa como un zombie hasta que busca un sitio donde refugiarse (preferiblemente depósitos de basura) para finalmente morir, en medio de ratas y siendo bocado de buitres y goleros, que ávidos anhelan la carroña.
Quienes venden el TRANQ que les deja jugosas ganancias están en los al rededores de los centros educativos y de los clubes nocturnos y discotecas.
*Por: Eduardo Lozano M. (Especial para SinCandado).
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