Incendios forestales: Se debe restaurar la flora de cerros orientales de Bogotá con especies nativas, según expertos de la Universidad del Rosario

Los incendios en los cerros de Bogotá se deben a las extremas condiciones climáticas actuales que aumentan la inflamabilidad del material vegetal, sin embargo, la intervención humana, ya sea accidental o intencional, también juega un rol importante.

Una gran parte de este sector del oriente de la ciudad ha sido, por décadas, objeto de iniciativas de restauración de flora que han mejorado la cobertura vegetal.

Desafortunadamente, varias de esas iniciativas introdujeron especies forestales exóticas, plantas que no son nativas de la región.

Entre estas especies se incluyen árboles como eucaliptos, pinos y retamo espinoso, que han sido muy exitosos proliferándose, pero son altamente inflamables.

El profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, Stijn Hantson, señaló que «debajo de los pinos se acumula una capa considerable de hojarasca que se descompone lentamente».

«Durante la temporada de sequía, que se experimenta a finales de diciembre, enero, febrero y marzo, esta capa de material orgánico, que ha estado secándose y aumenta el riesgo de incendios”, aseguró.

Explicó que “tanto el eucalipto como la resina del pino contienen compuestos altamente inflamables, lo que contribuye a la presencia de incendios en los cerros. Estos incendios pueden llegar a ser intensos y difíciles de controlar, incluso propagándose a través de la copa de los árboles”.

Por su parte, la asistente de investigación de la misma facultad, Nathalia Celis, indicó que «algunas investigaciones sugieren que los pinos promueven los incendios forestales, ya que, debido a su composición física y la homogeneidad de sus bosques, tienen mayor reflectancia y prenden mucho más rápido”.

Una problemática adicional es que los pinos y otras especies exóticas son muy exitosas propagándose después de los incendios, ya que sus semillas quedan expuestas.

Entre tanto, la profesora de la Facultad de Ciencias Naturales del Rosario, Adriana Sánchez, aseguró que “el pino tiene conos y estos contienen las semillas, y con el fuego, dichos conos se abren liberando las semillas y facilitando así su germinación».

«Es decir, aunque el fuego en este momento esté consumiendo pinos adultos, también favorecerá la germinación de nuevos individuos y su persistencia en los cerros”.

Ante este panorama, el profesor Hantson señaló que es importante priorizar estrategias de restauración en los cerros, pero enfocándose en fomentar el crecimiento de especies nativas, que no solo ayudarán a la preservación y sostenimiento de la biodiversidad, sino también a reducir el riesgo de incendios.

Restauración de los cerros

Para la profesora Sánchez, la situación post incendio brinda una oportunidad para diseñar un plan de siembra de especies nativas, combinando aquellas de rápido crecimiento con otras de desarrollo más lento.

De acuerdo con este enfoque, se busca reintroducir biodiversidad y reducir la dominación de especies inflamables como pinos y eucaliptos.

Por su parte, el profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad del Rosario, Juan Posada, junto con el grupo de Ecología Funcional y Ecosistémica e investigadores del Instituto Humboldt, durante más de 15 años han monitoreado los bosques nativos en los cerros y áreas periurbanas para comprender la regeneración natural de los bosques.

Precisamente, Posada destacó la resiliencia de los bosques altoandinos y su capacidad para recuperar biodiversidad y ciclos biogeoquímicos después de intervenciones humanas.

Los datos que ha recopilado indican que la vegetación nativa de los cerros se está recuperando parcialmente, y que acumulan más carbono que las especies exóticas, contribuyendo más a mitigar el cambio climático.

«En cuanto al manejo de los cerros es esencial adoptar un enfoque integrado a gran escala. Algunas áreas de los cerros pueden dejarse para que la naturaleza siga su curso, mientras que, en zonas con plantaciones de pinos, eucaliptos o invadidas por especies como el retamo espinoso, se requiere un plan de gestión para reemplazar estas especies exóticas por nativas”, destacó.

El objetivo a largo plazo es que los bosques altoandinos de los cerros de Bogotá se recuperen y se conviertan en uno de los ecosistemas más valiosos del país.

Sin embargo, esta no será la única solución a la problemática de incendios forestales, ya que, aunque los pinos, eucaliptos y otras especies son altamente inflamables, el bosque altoandino nativo también puede quemarse.

“Es fundamental contar con un programa de gestión del fuego a largo plazo, así como mecanismos de intervención rápida, como helicópteros o aviones, y barreras cortafuegos estratégicas para proteger este tesoro ecológico”, puntualizó el profesor Posada.

Calidad del aire y material particulado

la asistente de investigación de la misma facultad, Nathalia Celis, indicó que los incendios aumentan la cantidad de material particulado de 2.5 y 10 micras en el aire, y estas partículas, al ser tan pequeñas, entran en el sistema respiratorio y pueden causar enfermedades.

Por eso, recomendó el uso de tapabocas N95, y no hacer ejercicio o actividades al aire libre mientras se supera la emergencia ambiental. Estas son algunas medidas que se pueden tomar para tratar de mitigar el efecto de la mala calidad del aire derivada de los incendios en la salud.

 Cabe resaltar que desde el año 2022 Santiago Saavedra, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, junto con el Nobel de Economía Michael Kremer y Mauricio Romero, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), han instalado equipos de calidad del aire en 214 colegios públicos de Bogotá, lo que ha beneficiado a más de 10.000 estudiantes.

Este proyecto no solo ha expandido la red de monitoreo de la capital, sino que también está proveyendo aire limpio. Más de diez estudiantes de la Facultad de Economía han colaborado como asistentes de investigación, instalando los equipos y concientizando a los estudiantes de los colegios de la capital sobre la importancia de la calidad del aire.        

Esta iniciativa cuenta con la colaboración de la Secretaría de Educación, la Secretaría de Ambiente y la ONG Aire Ciudadano, la cual es financiada por la King Climate Action Initiative del Jameel Poverty Action Lab (JPAL) del Massachussets Institute of Technology (MIT).

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